Ser Maestro

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La trayectoria de Luis Ramos Paúl y Dávila es de sobra conocida. Jinete, profesor, cuatro veces campeón de España de Doma Vaquera, conocedor de la Equitación Académica y galardonado con el Caballo de Oro en 1979.

Estuvo en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre de Jerez durante siete años y defendió decididamente la utilidad deportiva del caballo español.

Ser Maestro es el primer capítulo de su libro Sentir Ecuestre que la Editorial Grupo Lettera publicó en 1999 y que a continuación reproducimos por su alta calidad y sensibilidad que el autor plasmó en estas páginas.

Ser Maestro

Ser Maestro es sentir que te ronda la vergüenza, que se te sube el pavo y que sientes un poco de alegría, cuando te dicen: “Maestro”.

Ser Maestro no es saber más que el alumno. La misión del Maestro es, ayudar a su alumno, decirle lo que “no” tiene que hacer, para no caer en los errores que uno cayó.

Ser Maestro es cuando estás dando una clase, averiguar qué está pasando entre el jinete y su caballo, qué resistencias hay, o si se perdió el equilibrio, o si el jinete es el que domina la situación, o que el caballo se queda con la copla. Un caballo en el momento en que es montado sabe quién lleva encima ¡Y dicen que no es inteligente! sino que solo tiene memoria.

Ser Maestro es darle la clase al caballo, que ya la cogerá el jinete.

Ser Maestro es alterar la voz ante una incorrección, pero también decir “bien” ante un ejercicio bien hecho.

Ser Maestro es meterte dentro de tu alumno, escucharle y que se te abra, y que te cuente sus problemas, aunque no sean ecuestres, sino familiares, económicos o sentimentales, y que cuando le estás dando una clase, conozcas tanto al que va encima del caballo, como al propio caballo, y tratar siempre de que haya una armonía entre jinete y caballo. Pero para llegar a ese punto, hay que conocer a los dos, para saber lo que puedes exigir, tanto a uno como a otro.

Ser Maestro es situarte todas las mañanas sobre X, y tratar de hablar con tu alumno. Te guste o no te guste. Y cuando acabas la clase sentirte defraudado por la inoperancia de esta clase, pero con la esperanza de que mañana saldrá mejor. Como también, sentirte loco de alegría porque hubo un entendimiento entre el alumno, el caballo y tú.

Ser Maestro es no cobrar algunas clases, y que encima te digan que eres un bohemio.

Ser Maestro es saber que hay otros maestros que cobran por sus clases mucho más que tú, y que los admiras y quieres, pero ni los odias ni los envidias.

Ser Maestro es saber que hay muchos maestros, hay maestros albañiles, hay maestros de escuelas y que todos estos maestros tienen una vocación: enseñar.

El Maestro rodeado de sus alumnos impartiendo clases en su Taller de Equitación “La Noria” en Los Palacios (Sevilla)

Ser Maestro es cuando un alumno está ya “medio puesto” y te dice adiós, y te quedas en una gran soledad tragándote las lágrimas y empezar al día siguiente con otro.

Ser Maestro es que al cabo del tiempo, te encuentras a ese mismo alumno en cualquier evento y se te viene, te abraza y te dice: “Maestro, ¿cómo estás?”.

Ser Maestro es aguantar a los padres de los alumnos, que se creen por encima de sus hijos, y que encima te dicen cómo les tienes que dar la clase.

Ser Maestro es haber nacido siendo discípulo, y que al final de cada clase, dudes de ti mismo, con la misma crueldad que tus alumnos dudan de ti.

Ser Maestro es cuando de niño te llamaban Luisito, que con el paso del tiempo te empezaron a llamar Luis, que pasando más el tiempo, te llamaron Don Luis, y que actualmente te llaman Maestro.

Ser Maestro es que me ronda la vergüenza, se me sube el pavo, que siento cierta alegría pero también siento que ser Maestro, es lo más bonito del mundo.

Texto y Fotos: Libro Sentir Ecuestre publicado por Grupo Lettera, S.L.

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