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Todos los pasos para hacer bien unos apoyos al galope

Anécdotas sobre la diferencia de clases en un concurso de vaquera

En los apoyos al galope el caballo avanza oblicuamente, con el tercio anterior adelantado, manteniendo la dirección deseada por el jinete y conservando siempre el mismo ritmo y la misma impulsión. Apoyos fáciles y difíciles. Incorrecciones, progresión y ayudas. Además, anécdotas de aquellos tiempos en que comenzaba la Doma Vaquera de competición.

APOYOS AL GALOPE A AMBAS MANOS

Apoyos fáciles y difíciles

La mayoría de los jinetes los empiezan después de una esquina, utilizando toda la diagonal de la pista, lo que viene a ser con una oblicuidad de 30º. Algunos, con un caballo pleno de impulsión y dueño de su reunión, los hacen más difíciles. Desde un galope por derecho en un lado corto, arrancan en la esquina el apoyo al galope hasta llegar a la mitad del lado largo contrario. Allí hacen un contracambio –muy importante su corrección- y siguen con el apoyo a la otra mano hasta la esquina.

Debido a las dimensiones de la pista, y por hacer los apoyos a ambas manos en los 60 metros de largo, hay que ejecutarlos a 40º, los mismos que se exigen en Doma Clásica en el Gran Premio.

 

Incorrecciones

Hay caballos con una incurvación excesiva que frena la impulsión.

Otros se vuelcan en las espaldas, o miran al lado contrario. Es malo que vayan rectos, pero peor que miren hacia fuera. También vemos caballos que dejan de hacer el apoyo y galopan por derecho, y con frecuencia otros que, por falta de sensibilidad del jinete en sus ayudas, apoyan con la grupa por delante del tercio anterior. Y alguna vez se ve a un jinete con su asiento colocado al lado contrario de la marcha.

 

La progresión

Los apoyos al galope no deben presentar problemas, pues en síntesis sólo son una sucesión de “botes” avanzando oblicuamente. Cualquier caballo puede hacer un buen apoyo con una preparación adecuada en la que hay que seguir un orden. En principio no se debe intentar el apoyo al galope si el caballo carece de reunión y no hace bien los apoyos al paso. Con este aprendizaje, el caballo no sólo posee los medios necesarios, sino que ya ha asimilado las ayudas que le harán apoyar al galope.

Los autores dedican pocas líneas a este ejercicio porque no le ven dificultades. Jousseaume le presta más atención y recomienda, una vez conseguidos los apoyos al paso, trabajarlos al trote. Siendo el trote un aire más rápido que el paso, manos y pies encuentran más dificultad al cruzarse, hasta el punto que algunos caballos se tocan las rodillas, pudiéndose escuchar en ocasiones un golpe seco. Esto ocurre porque el caballo cruza la mano y el pie externos por delante de la mano y pie internos en el momento en que éstos están en el suelo. Este defecto desaparece mejorando la ligereza del caballo. Según Jousseaume, conseguidos los apoyos al trote es el momento de empezar con la espalda dentro, que con la cabeza al muro y la grupa al muro completan la preparación. Estos choques de rodillas no ocurren en los apoyos al galope porque el caballo no cruza sus extremidades. El caballo galopa por derecho en sus tres batidas, desplazándose lateralmente sólo en la fase de suspensión.

 

Las ayudas

Las ayudas, en un apoyo al galope a la derecha, son las mismas que en el apoyo al paso, aunque más enérgicas con las piernas. El caballo debe mantener una ligera incurvación a la derecha –sólo verle el rabillo del ojo-. La rienda derecha gradúa la incurvación y la dirección del caballo, mientras que la izquierda actúa por oposición, liberando de peso el tercio anterior izquierdo, que ha de efectuar el gesto más amplio. Esta rienda de oposición tiene un momento ideal par a actuar, que es un instante después del primer tiempo del galope.

El asiento del jinete, a la derecha, cumple una función similar, aunque actuando sobre toda la masa del caballo quitándole peso al bípedo lateral izquierdo, que ha de trabajar más. En cuanto a las piernas, la izquierda –preponderante- actúa detrás de la cincha en la fase de suspensión, al mismo tiempo que la rienda derecha, mientras que la pierna derecha, fija junto a la cincha, gradúa la dirección.

Anécdotas de aquellos tiempos

En aquellos tiempos de los años ochenta los concursos de Doma Vaquera se comentaban en vivo, si la organización tenía “jayares” para remunerar al comentarista. Hoy día está prohibido. La prueba debe hacerse en un silencio absoluto, sólo roto por los aplausos del público si algún ejercicio le emociona. Actualmente, sólo pueden comentarse exhibiciones o pruebas en las que no intervenga la Federación Hípica Española.

La labor del comentarista no es fácil. Además de saber, hay que tener un cuidado enorme par a no decir nada negativo de ningún jinete, midiendo siempre las consecuencias –a veces inesperadas- de las palabras que en cuanto salen al aire son muy difíciles de rectificar.

Durante los primeros años todos éramos aprendices, tanto de la doma como de la oratoria. En la mayoría de los apoyos al galope, los jinetes apenas sabían de ayudas y los caballos iban con la cara vuelta, y el locutor solía “cantar” todo lo que le parecía mal. Eran tiempos románticos, donde el corazón iba por delante de la cabeza.

En una feria de jerez estuve comentando la prueba de Doma Vaquera, que siempre se celebra en el Depósito de Sementales. Nos instalamos en la terraza que existe sobre el bar. Como saben muchos aficionados, detrás de un lado largo de la pista están los palcos para la clase alta, y detrás del otro las gradas para los demás.

A mitad de la prueba terminó un joven jinete su actuación y salió de la pista. El siguiente no acababa de llegar y yo tenía que seguir hablando. El público aplaudía a aquel muchacho que, bordeando la pista, seguía al paso, indiferente. Por rellenar, le dije: “Joven, haga Ud. el favor de destocarse, y corresponda así a los aplausos del público”. El siguiente jinete no venía, y continué: “El sombreo no es sólo para protegerse del sol. Es también para saludar, y un hombre se descubre para saludar a otro, y más a una mujer, o cuando entra en un sitio cubierto”. Recuerdo el dicho: “A cubierto, descubierto, y a descubierto, cubierto”. Ya venía el otro jinete, pero aún le faltaba un poco por llegar. Seguí hablando: “Y también es la costumbre descubrirse cuando pasa un entierro. Como dice la copla:

“Rico, quítate el sombrero

que un entierro va a pasá,

que es el hijo de un obrero

que s’ha muerto de trabajá

pa ganarte a ti er dinero”.

No me di cuenta del conflicto en que me había metido. Los palcos permanecieron mudos, y las gradas aplaudían a rabiar atronando el recinto. A los pocos minutos el Marqués de Grañina, famoso por su finca “Los Galindos”, se hizo con el micro. Pero por la tarde, en los bares de Jerez, gente desconocida se me acercaba, me daba palmadas en la espalda y me pagaban las copas.

Saco de la memoria otra anécdota de micro. Era el concurso de El Rubio, que se celebra desde hace muchos años el primer sábado de cada agosto, gracias al trabajo de Pepe Fuentes. Llegamos tarde mi amigo Luis Loredo, mejicano, y yo. El comentarista era el célebre “Marqués de Río Seco”. Al acercarnos a él para sentarnos a su lado ya estaba diciendo: “…y este concurso es ya internasioná porque están aquí D. Luis Loredo, el jefe de los caballos de Méjico, y D. Juan Llamas, ilustre podólogo”. Yo le dije: “Pepe, se dice hipólogo. Podólogo es el de los pinreles”. Y me contestó: “¡Qué más da! Esta gente es mu bruta y no sabe ná”. Todo se oía por los altavoces, y es fácil imaginar que costó mucho trabajo salvarle de las iras de las buenas gentes de El Rubio.

 

Texto y fotos: La Doma Vaquera Actual de Juan Llamas editado por Grupo Lettera, S.L.

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