A veces he visto caballos que no se utilizan durante algún tiempo, que sufren de un absceso sin que el propietario se percate de la situación, observando en una visita posterior, la fistulización o lugar por donde el absceso ha drenado.
Son más frecuentes en invierno, en caballos descalzos y en terrenos húmedos. En todos los casos de tratamiento de abscesos es prioritario un trabajo conjunto veterinario-herrador, cada uno aportando en el campo de sus conocimientos, el primero en la parte de diagnóstico y tratamiento farmacológico de la infección y el herrador en el aspecto mecánico de herrado/desherrado, limpieza y drenado y en el caso de que sea necesario desbridado y resección del casco.
Cuando yo aprendí en Francia, la forma tradicional de tratar todo tipo de abscesos incluía ante todo la localización y drenaje, practicando una abertura a través de los tejidos córneos que cubren el foco de infección, hasta la salida del pus (habitualmente de color negro y maloliente), desinfección (utilizábamos agua oxigenada – Betadine) y protección de la zona sensible.
Este tipo de tratamiento por su agresividad, hoy día tiende a ser evitado, ya que el proceso de recuperación es muy largo, debido a la cantidad de tejido afectado. Siendo preferible buscar el drenaje del absceso por la cara dorsal del casco, es decir en la superficie de la pared, en lugar de en la cara solear (suela), de esta forma se destruye menos cantidad de tejido y el tiempo de recuperación, hasta que volvemos a tener el caballo funcional, es menor.
Los abscesos más frecuentes son los de la suela y necesitan después de su limpieza y drenaje una protección preferiblemente móvil hasta que los tejidos lesionados se curen y vuelvan a ser cubiertos por tejido queratinizado. Una placa de hospital que cubra y proteja la suela y que pueda mantener un vendaje y antisépticos «in situ», nos servirá para dar protección y evitar posibles infecciones durante el proceso de queratinización. La placa de hospital la podemos realizar de distintas maneras, la más frecuente es fabricar una plantilla rígida de aluminio (4mm.) o polietileno (más fácil de cortar) y fijándola a la cara inferior de la herradura con tornillos que enroscan en roscas hechas en la herradura.
Imagen izquierda: placa de hospital realizada en aluminio. Imagen derecha: placa de hospital de polietileno. (Nota: en este caso no se está tratando un absceso de la suela)
Sin embargo, actualmente pienso que es preferible dejar madurar el absceso para que el pus busque la salida por sus propios medios, ya que una vez fistulizado el absceso, la herida se cierra rápidamente. Mientras que si intentamos drenarlo artificialmente estamos abriendo una vía de entrada a la infección y esta herida tardará mucho en cicatrizar. Todo consiste en respetar los procesos fisiológicos de eliminación del propio casco.
En un casco sano un absceso puede tardar como mucho 15 días en madurar, aunque lo normal es que lo haga antes.
Como explicábamos en nuestro anterior artículo, el absceso va a fistulizar en los bulbos (pulpejos), en el caso de que esté localizado en la suela, barras o ranilla, o bien en el burlete coronario (corona) en el caso de los abscesos de las láminas de tejido podofiloso (láminas dérmicas), ascendiendo paralelamente a los túbulos córneos.
Absceso de suela fistulizado en los pulpejos
La dermis de la suela o tejido aterciopelado es el tejido que se ve afectado por un absceso en la suela, la infección va avanzando por la dermis bajo la suela hasta avanzar a los pulpejos donde fistuliza
No debemos olvidar que los abscesos que aparecen en la línea blanca pueden extenderse tanto a las láminas dérmicas (fistulizan en corona) como por la suela (fistulizan en los pulpejos) o a los dos.
Láminas de tejido podofiloso o láminas dérmicas. Si el absceso está situado en este tejido, va subiendo por las láminas hasta fistulizar en la banda coronaria
Para hacerlos madurar con mayor rapidez es útil hacer una «empuchada», que tradicionalmente se realizaba con semillas de lino hervidas, pero para lo cual las cataplasmas de Animalintex® son muy útiles. También se pueden utilizar parches térmicos, de venta en cualquier farmacia o bien compresas de agua caliente, renovadas con frecuencia.
El proceso de curación necesita una buena circulación sanguínea, por lo que no debemos poner vendajes compresivos, ya que la dificultan, sino al contrario facilitar el movimiento del caballo, de esta forma el absceso va a fistulizar antes.
Abscesos sin heridas
Los abscesos que se producen sin heridas o penetración de objetos externos en el casco (clavo, vidrio, metal, piedra, etc…) suelen ser originados por impactos externos que producen hematomas internos considerables que, al ser difíciles de eliminar por el organismo, generan un absceso, a veces, la penetración por pequeñas grietas o fisuras en barras, o línea blanca de agentes patógenos externos, que se ven facilitados por la permanencia del caballo en zonas muy húmedas y fuertemente contaminadas por estiércol. En otras ocasiones, los abscesos pueden ser atribuidos a eliminaciones toxínicas profundas del organismo del caballo.
En este último caso, el tratamiento pasa por hacer madurar el absceso mediante calor, tal como hemos visto, y puede requerir de otro tipo de tratamiento, ya que el origen del mismo no es una herida o penetración externa, sino una eliminación de toxinas interna de los tejidos.
En todos los casos, el absceso aparece cuando el organismo del caballo intenta eliminar todo el tejido necrótico a través de la circulación sanguínea, pero la cantidad de tejido dañado es tan importante que tiene que ser eliminado de una forma más traumática, del interior de la caja córnea que denominamos casco.
Parece ser que el uso de antiinflamatorios no Esteroídicos (AINES), en el tratamiento de los abscesos, puede provocar recidivas, aunque al ser un tratamiento farmacológico será el veterinario quien deberá decidir.
Tampoco es recomendable utilizar Betadine, lejía, ni productos que sean necrosantes para aplicar directamente sobre la herida abierta, ya que queman los tejidos sanos.
En muchas ocasiones pueden aparecer abscesos secundarios a una infosura, como consecuencia de la colonización por bacterias infecciosas de la zona de separación laminar producida por la infosura.
Absceso secundario a una infosura. La limpieza, desinfección y protección de la herida son obligatorias
Una vez fistulizado y drenado el absceso, deberemos limpiar el recorrido del mismo con agua oxigenada que introduciremos mediante jeringa y aplicar algún otro desinfectante externo (a decisión del veterinario).
He obtenido resultados excelentes aplicando carbón activado directamente sobre el orificio o la fístula abierta del absceso. Este producto desinfecta y limpia la herida, absorbiendo y eliminando todos los tejidos necróticos. Se puede añadir aceite de ricino aplicado localmente sobre los pulpejos, la corona y la suela, y para los amantes de la homeopatía se puede utilizar HEPAR SULFUR 7 o 9 CH y SILICEA 7 o 9 CH, que ayudarán a drenar el absceso y eliminar bien todos los restos de infección.
En todos los casos se debe poner un vendaje que proteja los tejidos vivos de posibles sobreinfecciones, pero que no comprima la circulación sanguínea.
En ocasiones, los tejidos necrosados no son eliminados en su totalidad, o bien los fragmentos origen del absceso son demasiado grandes para ser evacuados, o incluso agentes patógenos externos contaminan el canal de eliminación del absceso. En todas estas ocasiones, el absceso recidiva, es decir, volverá a reaparecer periódicamente, hasta que el cuerpo elimina todos los fragmentos muertos o bien hasta que los eliminamos nosotros mediante una cirugía.
En un próximo artículo, presentaré el caso de un caballo con abscesos recidivantes en el mismo casco, al que realizamos una cirugía para eliminar todo el tejido necrosado, en colaboración con el veterinario.
Texto y Fotos: Constantino Sánchez – Director de la Escuela de Herradores y Podólogos Equinos Sierra Norte.