Y por fin llegó el “VAR”

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El VAR podría ser la herramienta que estábamos esperando para que la objetividad en el juzgamiento, en cualquier tipo de concursos donde el caballo participa, sea real. No el bar de la esquina donde hacen unas tapas que quitan los sentíos como pasaría en España, no creo que fuera el caso del país anfitrión, pero sí deberíamos tomar nota de otras muchas cosas que hicieron posible unos mundiales perfectamente organizados y sin incidentes de orden público.

Por nuestra parte, y en lo que afecta a los concursos, hemos aprendido que por fin llegó la solución que necesitábamos, para los encargados de impartir justicia en los morfológicos, naturalmente sin querer en ocasiones meten la patita y se les cuela el más feo de la clase por delante del más guapo. Muchas veces he dicho y escrito que algunos Jueces cuando ven el resultado que salió después de rellenar todas las fichas de una sección deben pensar que se los trague la tierra. Por supuesto, no es culpa de ellos, pero sí de las bondades de una ficha que solo sirve para refugiarse en ella y no para elegir al mejor, al margen de otros menesteres para los que también se podría usar si se imprime en un papel adecuado, pero de eso ya hemos hablado bastante y no es el caso que hoy nos ocupa.

El “VAR”, esa herramienta milagrosa inventada por un español y patentada por otro empresario madrugador también procedente de nuestra piel de toro. Podría ser la herramienta que resuelva todos nuestros problemas.
Una herramienta que mediante una aplicación puede tener metido en estómago el caballo ideal. Este artilugio sería el encargado, como ya hemos visto en los mundiales, de advertir al Juez que algo no funciona bien, en cuyo caso este se asoma al televisor, observa y decide si saca o no saca la patita que antes metió, naturalmente a tiempo.

El mismo aparatejo medirá los movimientos con exactitud y a cámara lenta se podrá apreciar el alargamiento de los miembros anteriores, el ángulo de elevación, el remetimiento de los posteriores y el tiempo de suspensión (si la tuviere, claro), aunque en algunos casos me temo que ni se mueva la aguja en el caso de que la tenga.

Esto puede ser la revolución que los morfológicos necesitan para despegar, porque se imaginan cuando ese ayudante del presentador, para vergüenza de los presentes, sale corriendo detrás del caballo tralla en mano como queriendo matarlo para que el pobre animal consiga dar unos trancos puntuables ¿Qué opinará el señor “VAR”? Como mínimo dirá lo mismo que algunos aficionados extranjeros amantes del caballo que preguntan ¿Cuál de los dos es el animal?

Y cuando el presentador le da por hacer mojigangas delante del caballo, le toca el violín, le echa arena en el hocico, le baila cuanto sabe, le estira el cuello para que suba el dorso, el ejemplar se pone horrible pero ¿qué más da?, resulta que el cuello puntúa muy poco y el dorso mucho más, por eso se ven en las fotos ejemplares estirados como bacalaos con cara de mulas aburridas.
Si el “VAR” puesto que es un invento español habla nuestro idioma, seguro que dirá: “estos tíos están locos de atar”.

Espero que nadie se sienta ofendido por esta “MORALEJA” que escribo con el único fin de echarle un poco de humor a un tema que se ha convertido en algo tan aburrido y tan serio que pocas caras se ven disfrutar en los concursos. Si alguien se ofende ya mismo pido disculpas, sé que hay muchos ganaderos que se toman muy en serio esto de los morfológicos y me merecen todos los respetos, pero también me gustaría conocer cómo se sienten algunos de ellos cuando para ganar un premio someten al animal en público a una presión o castigo fuera de lo normal para conseguir una medalla. La pregunta es: ¿Qué no le harán en privado?

La presentación de un ejemplar debería ser limpia, tranquila, sin palos, sin ruidos y sin jaleos, solo conducido por el presentador, el ayudante que solo está por si el ejemplar se soltara, mientras tanto debe estar más quieto que una estatua de bronce, el caballo o yegua que no trote o no galope, porque no está bien preparado o porque no puede con su alma, o las dos cosas, en cuyo caso lo mejor que puede hacer su propietario es dejarlo en casa aunque el medallero resulte perjudicado. Mientras tanto, deberíamos poner al inventor del “VAR” a trabajar por si un caso pudiera aplicarse y echarnos una mano.

Texto y Fotos: Pedro Conesa – Criador PRE

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