Diferencias, cómo debe hacerse y la realidad de su preparación
La vuelta es, en síntesis, la suma de dos medias vueltas seguidas. Sin embargo, hay diferencias entre estos dos ejercicios, lo que hace que la media vuelta ofrezca más dificultad. Juan Llamas nos lo aclara todo en este post y nos habla sobre su preparación.
VUELTAS SOBRE LAS PIERNAS AL GALOPE A AMBAS MANOS
Diferencias entre la vuelta y la media vuelta
En primer lugar la media vuelta se inicia desde el paso, se realiza al galope –un galope “raro” para la Doma Clásica porque en el segundo tiempo el pie interno se queda pegado al suelo- y se termina con una salida al paso. Estos cambios de aires –paso, galope y paso– llevan consigo unos cambios inmediatos de equilibrio a través de las ayudas del jinete. En la vuelta entera todo el ejercicio se ejecuta al aire del galope, con lo que el equilibrio del caballo y las ayudas del jinete se simplifican.
En segundo lugar la media vuelta ideal consiste en un cambio de trayectoria de 180º en un solo tranco, lo que hace imposible cualquier rectificación en el momento de salir en dirección contraria. La vuelta entera ideal sería en dos trancos, pero si en el primero el caballo no llega a los 180º o se pasa, el jinete puede corregir lo que le queda de vuelta disminuyendo o aumentando el arco para salir exactamente en la misma dirección que traía. En cualquier caso, el caballo trabajará mejor cuanta mayor sea su ligereza.
Cómo debe ser la vuelta
Se debe partir de una línea recta. Podría iniciarse desde el paso, pues nuestro Reglamento no dice desde qué aire debe iniciarse la vuelta. Los jinetes la comienzan desde el galope reunido o de trabajo. A mí me gusta más desde el galope de trabajo, porque el jinete elige la dificultad añadida de reunir el caballo en el momento anterior a la vuelta.
Una media parada –no una parada intermedia– debe proceder a la vuelta, que no tiene más diferencias con la media vuelta que las ya explicadas. Bien hechas, la entera o la media ¡Cuánta belleza encierran!
En el giro, la cabeza –casi en la vertical– mira ligeramente hacia adentro, las rodillas se pliegan, la grupa “se agacha”, el pie interior pivota sobre sí mismo sin levantarse mientras todo el caballo sigue su movimiento circular con lentitud señorial. Despacio, por favor, señor jinete, déjanos disfrutar unos segundos más que nos hagan soñar con la eternidad. Luego, cuando el caballo baje del cielo a la tierra, que lo haga sobre la mano correcta, y que las dos lo hagan verticalmente, porque si se apoyan por delante, con la cruz hundida, es señal de que el caballo perdió su reunión. Si lo hizo bien, sólo le queda –para que conservemos el buen sabor de boca– salir galopando con impulsión en la misma dirección que traía.
La realidad
La realidad se aleja con frecuencia del ideal, del ejercicio perfecto que el jinete soñó tantas noches. Nervios, caballo nuevo que aún no se ha acostumbrado a las pistas –olores de cientos o miles de personas que detecta con su olfato increíble, aplausos, griterío, alta voces–, falta de entrenamiento, arena embarrada, poca o mucha, son factores que dificultan el éxito y que a veces se usan como pretexto de una actuación deficiente.
Las vueltas, en Doma Clásica, se hacen en seis trancos y hasta en ocho. Si el caballo lo hace en seis, está describiendo en cada tranco un giro de 60º, y de 45º si lo hace en ocho. En Vaquera los jinetes suelen hacerlas en tres o cuatro trancos, ganando en cada tranco, respectivamente, 120º ó 90º. Y las hacen repetidamente. Unas veces por rectificar, si las primer as no fueron buenas, y otras porque sí fueron buenas y hay que lucirse, llenando el corazón de alegría cuando se está rozando la perfección. Lo malo es que se repitan las vueltas para mejorar y esta mejora no llegue nunca. No hay que olvidar que tres vueltas buenas son mejor que una buena, pero una sola buena es mejor que tres regulares.
Descendiendo a detalles defectuosos, hay quienes inician la vuelta con el caballo atravesado, mirando hacia adentro para poder hacerla en menos grados, o salen de ella en la dirección que quiere el caballo, o las terminan sin impulsión, saliendo el caballo al trote. Otros no hacen la media parada, sino la parada. Es un movimiento incorrecto, aunque atractivo para un público que no entiende y que aplaude la espectacularidad de una parada violenta.
Alguna vez –pocas gracias a Dios– se ve a un terrorista del caballo echar todo su peso hacia adentro de modo tan exagerado que casi pone su cuerpo en la horizontal, mientras el caballo, viéndose volcado, pone cara de pánico y parece decir: “¡Leche, que me caigo!”. Ha y también otro tipo de terrorista que hace dar a su caballo vueltas y más vueltas rápidas a una y otra mano como un torbellino.
La preparación
Todas estas imperfecciones son casi siempre consecuencia de una falta de método en el entrenamiento, que por supuesto necesita una buena dosis de paciencia. La vuelta se puede preparar haciendo círculos cada vez más cerrados, practicando a la vez grupa dentro hasta terminar en la vuelta sobre las piernas.
Otro método puede ser pedirle al caballo la pirueta directa al paso. Después de unos cuantos trancos se le pide un solo tranco al galope y se continúa con la pirueta al paso. En cuanto el caballo esté en calma se le pide otra vez otro tranco al galope y se vuelve a la pirueta directa al paso.
A medida que el caballo progresa se v a aumentando el número de trancos al galope, hasta completar la vuelta.
También se puede preparar la vuelta sobre las piernas a partir de los apoyos al galope, aprovechando que el equilibrio del caballo y las ayudas del jinete son similares en estos dos ejercicios. Después de v arios trancos de apoyo se hace un par de ellos girando, se vuelve a los apoyos y poco a poco se reduce el número de éstos y se amplían los trancos de giro.
Me gusta más este método porque el caballo tiene tendencia a terminar la vuelta con más impulsión. Si fuera excesiva esta impulsión puede bajarse ese fuego alternando los trancos de giro al galope con apoyos al paso.
Hay más métodos, claro. Yo tengo uno sencillo, “made in Llamas”, con el que más de un jinete ha conseguido hacer en poco tiempo excelentes vueltas al galope, pero de momento quiero guardarme este secretillo.
En cualquiera de estos casos es importante que el caballo esté confirmado en la pirueta directa al paso y en el “tierra a tierra” o galope sobre plaza. Con la pirueta directa al paso, el caballo comprende las ayudas para girar sobre su pie interno, y con el “tierra a tierra” demuestra ser dueño de una estupenda reunión.
El método es importante para todo. Una actuación bien planificada ayuda a ganar. Los jinetes, en Doma Vaquera, tienen plena libertad para realizar sus ejercicios en el orden que quieran. Tal como está impresa la hoja de ejercicios, éstos comienzan al aire del paso y se terminan con los ejecutados al galope. La mayoría de los jinetes adaptan su actuación al orden establecido, pero acabo de decir que no es obligatorio, y hay quien ordena sus ejercicios según le conviene.
Así, si un jinete empieza con los trabajos al galope, es probable que su caballo no tenga temperamento y lo “despierte” de esta manera. En las vueltas, puesto que hay caballos que se “rehierven”, sobre todo si son más de tres, cada vez hay más jinetes que evitan riesgos y las dejan para el final. Un final espectacular donde el jinete, después de hacer las vueltas en el centro de la pista, las liga con un arreón y un parón ante el Presidente del Jurado, saludando –si les salió bien– con el pecho hinchado de alegría y de orgullo.
Casi no hace falta decir que este ejercicio, típico y necesario en la Doma Vaquera, tiene coeficiente 2.
Un caballo extraordinario
La vuelta sobre las piernas y la pirueta al galope de la Doma Clásica se parecen mucho. Las diferencias son, fundamentalmente, que en Vaquera el pie interno se queda pegado al suelo, “barrenando”, mientras que en Clásica el pie interno bate, con lo que el caballo marca los tres tiempos del galope, y además la pirueta, como antes dije, se hace con un mayor número de trancos.
No siempre fue así. Debo a Mercedes González lo que voy a referir. El Barón d’Eisenberg escribió en 1727 su libro “El arte de montar a caballo”, describiendo los movimientos que entonces se hacían, acompañados de dibujos a la acuarela hechos por él mismo. Al tratar de la pirueta habla del caballo más famoso de la época:
“La ejecutaba de una manera tan extraordinaria que todos los que lo han visto reconocen que nunca ha habido nada igual. La hacía en dos trancos con su cabeza colocada, su cuerpo plegado tanto como puede conseguirse, y bien sentado sobre sus ancas. En el rincón del picadero hacía la pirueta en un solo tranco, que es la más perfecta de todas.
Monsieur de Regenthal, director y jinete de la Academia de Viena, que lo había domado, le dio el nombre de “Peso d’Oro” con justicia, porque bien valía su peso en oro. Es cierto que después de él no se ha visto otro semejante”.
Texto y fotos: La Doma Vaquera Actual de Juan Llamas editado por Grupo Lettera, S.L.
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