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Diario de un domador (Parte 4)

Vigesimonoveno día

Pongo el pie en el estribo y me cuelgo de los dos lados. Si el caballo está tranquilo será el momento de montarme en él. Me cuelgo del estribo izquierdo, me bajo, así dos o tres veces, veo que el caballo se ha acostumbrado y no se altera. Por la tarde, en vez de media hora le doy una hora de picadero más bien ligero, con la gimnasia de los días anteriores lo aguantará, aunque cansado, lo paro y lo acaricio.
Un hombre que sepa coge la cuerda con la mano izquierda a unos veinte centímetros del serretón y con la derecha coge lo que sobra, bien recogida, para no pisarla. Procuro hacer todos los movimientos igual que los días anteriores, puesto que el caballo es muy sensible a los cambios.

Pongo el pie en el estribo izquierdo, me cuelgo varias veces, bajo y subo y con cuidado de no tocarle la grupa con el pie, paso la pierna derecha, me monto y estribo bien ese pie. El que está en la cuerda, le mueve la cara un poco hacia arriba, le hace la flexión directa y trata de calmarlo, yo me estoy quieto, agarrado a un puñado de crines y procuro no tocar al potro con las piernas. Cuando el caballo se tranquiliza, el de la cuerda lo lleva del cabestro, la mano derecha en la cuerda cerca del serretón, la izquierda a la altura de la cadera, con la cuerda bien recogida para que no le estorbe al andar. Normalmente el caballo no se mueve, y si intenta botarse, el hombre que agarra la cuerda le mueve la cara hacia arriba y si le ganara la vez, debe colgarse de la cuerda, lo más cerca posible del serretón. El caballo dejará de defenderse, pues le es imposible cualquier movimiento, si el de la cuerda no la suelta. En cuanto se esté quieto el caballo, le afloja un poco y lo tranquiliza, de nuevo se intenta que ande en la misma dirección que el hombre de la cuerda, al moverse puede que intente otra vez (pero con menos fuerza) alguna defensa. Lo único que extraña es el peso, no así la pierna derecha por las veces que el jinete se colgó por el lado contrario. Se da una vuelta por todo el picadero del cabestro, hasta llegar al centro donde se para, el de la cuerda acaricia y tranquiliza al potro, y yo le hablo y con mucho cuidado suelto el pie derecho y despacito pero sin dudarlo me bajo por el estribo. Ahora puedo, de forma opcional, subir y bajar varias veces hasta que el potro se deje subir y bajar con cierta tranquilidad. No debe descuidarse ni un momento el hombre que coge la cuerda, pues esta es la parte más peligrosa de la doma. Lo normal es que siguiendo este sistema no se defienda el caballo.

Trigésimo día

Exactamente igual. El potro debe estar cansado, pero no agotado. Cuando cabestrea sin problemas le doy un poco más de cuerda, hasta que se pone en el círculo donde trabajará normalmente con el jinete encima. Si intentara defenderse, cosa muy rara si se ha seguido el sistema de trabajo, el hombre de la cuerda dará un tirón hacia él andando a la vez hacia la grupa, si así le ganara el potro la mano, deberá colocarse lo más cerca posible de la cara.

Las flexiones se hacen con el filete ayudándose con el serretón, poco a poco se pasa el mando del serretón al filete.

Trigesimoprimer día

Repaso todos los ejercicios del día veinticinco. Si el potro está tranquilo y obediente al filete, le quito el serretón.

Trigesimosegundo día

Realizo los mismos ejercicios y veo si he me he pasado al quitarle el serretón y si es necesario se lo pongo unos días más.

Empiezo el trote, al principio al tranco que el potro quiera, casi siempre es un trote medio desunido, si se toca, cosa muy normal, y suenan las herraduras, acorto, siempre muy suavemente. Llevo un mes de amansamiento y desbrave. Si tengo un prado bueno, convengo dejarlo una semana de descanso, si no, lo saco media hora todos los días al picadero.

Empiezo la tercera fase. Hacemos recuento de lo conseguido. Tengo el potro manso, cabestrea, se deja herrar, poner la montura, hace flexiones rudimentarias con el filete, trabaja con las riendas largas, admite la embocadura, se deja montar con cuidado, inicia el paso y el trote conmigo montado, no necesita serretón. Si al realizar alguno de estos trabajos se defiende, sigo con el serretón el tiempo que sea necesario. En esta fase, lo principal es que entienda las ayudas al paso y al trote. Del día 33 a 38, descanso.

Trigesimonoveno día

Le pongo el serretón para dar cuerda 15 minutos a cada lado; 10 minutos de flexiones con el filete, si pesa en la mano sigo ayudándome con el serretón. Por la tarde 10 minutos de flexiones y 15 minutos con riendas largas al paso. Paro, acaricio, vuelvo a ponerle el serretón y me monto con mucho cuidado pues después de siete días de descanso puede defenderse.

Cuadragésimo día

Repito lo mismo.

Cuadragesimoprimer día

Repito lo mismo.

Cuadragesimosegundo día

Lo mismo, pero procuro que empiece a notar las ayudas de las piernas.

Cuadragesimotercer día

Doy 5 minutos de cuerda y me monto, paso, parada, paso, vuelta a la derecha, vuelta a la izquierda e intentamos un ocho. Las piernas las siente bien, todas las ayudas las exagero un poco para que las comprenda mejor. Impulsamos y conseguimos que trote. Salida a la derecha en el picadero, otra a la izquierda, parada y salida. Intento hacer alargamiento de trote, forjo las herraduras –que es cuando se tocan las delanteras con las traseras- acorto y sigo a un trote corto.

Cuadragesimocuarto día

Repito lo mismo del día anterior.

Cuadragesimoquinto día

Descanso.

CONTINUARÁ…

Texto: Gregorio Moreno Pidal – Libro editado por Lettera «Doma de Campo» / Fotos: Redacción

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