La doble cuerda (I)

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Este sistema prácticamente no tiene contraindicaciones y las prevenciones que el jinete debe tener a la hora de utilizarlo básicamente se reducen a evitar que nuestro contacto sea muy fuerte. Por lo demás, la utilización de la doble cuerda —de la que hacen uso grandes maestros de la doma contemporánea como Arthur Kottas- proporciona una cantidad de beneficios que cualquier jinete, profesional o aficionado, dedicado a la Doma Clásica, Vaquera, Salto, Enganches o simplemente paseo, puede aprovechar.

Los arreos

El equipo adecuado consta de un par de cuerdas y de un cinchuelo. Las primeras de entre siete y nueve metros de largo cada una, que podrían ir unidas entre sí por una correa y hebilla, como las riendas de los bocados de Doma o las de galones de Salto. Estas serán planas y de algodón, rematando en sendos mosquetones con los que las engancharemos a Ia embocadura que utilicemos.

Las cuerdas tendrán, además, la particularidad de que en su último tramo, unos dos metros que llegan al mosquetón, serán de cordón también de algodón. En algunos casos, las cuerdas pueden ser toda de cordón de algodón, a efectos de que Ia misma pueda correr con facilidad por las argollas del cinchuelo lo que aumentará Ia calidad del contacto y nuestra sensibilidad. Otro elemento adherido a las cuerdas son dos poleas, una al lado de la otra de las que penden sendos mosquetones que más tarde usaremos para darle distintas posiciones a las cuerdas.

El cinchuelo podrá ser de cuero, loneta o material sintético y, alternativamente lo podremos colocar sobre la montura o directamente sobre el lomo del caballo. Este deberá contar con un mínimo de dos pares de argollas a cada flanco, el primer par a la altura a la que estará el muslo de un jinete montado y el segundo a la altura de su rodilla. También tendrá una argolla en el centro del cinchuelo, sobre la columna vertebral del caballo.

El trabajo con la doble cuerda podrá hacerse tanto con potros como con caballos domados. En cualquier caso, es conveniente que el caballo sepa ir primero a Ia cuerda, ya que con este sistema se trabaja en el 90% de los casos, al caballo en círculo alrededor del jinete.

Al principio, las cuerdas deben ponerse bajas. Conforme avancemos en la doma las iremos elevando

De ser posible, lo ideal es comenzar en un picadero circular, en el que el caballo siempre se siente más contenido e impedido de «escaparse» hacia fuera. En un par de sesiones ya trabajará normalmente fuera del picadero.

Primeros pasos

Es conveniente antes de utilizar por primera vez este método, trabajar un poco el caballo a la cuerda, como se hace habitualmente, a ambas manos, y a los tres aires. También podemos dar las primeras dos lecciones con alguien que nos ayude a impulsar el caballo con el látigo mientras nosotros nos familiarizamos con el manejo del equipo.

Desde el principio puede llevar el cinchuelo, si el caballo ya está domado o si el potro ya está acostumbrado a ir cinchado. No es aconsejable que para esta primera vez, el caballo se lleve varios días antes sin trabajar.

Cuando el caballo está tranquilo y ya ha trabajado lo suficiente, lo traemos al centro del círculo y le mostramos lo que para él serán nuevos arreos y que, por lo tanto, deberá oler y sentir su tacto.

Le pasamos las cuerdas por el cuello y lomo para que se confíe tal y como lo haríamos con un potro al que por primera vez vamos a ensillar. Claro está que estas indicaciones las podrá pasar por alto todo aquel que sepa que su caballo no necesita ir tan despacio, pero como es nuestra intención cubrir la mayor cantidad de posibilidades, seguiremos esta descripción, paso a paso.

Podemos, según convenga, enganchar el mosquetón al cinchuelo en lugar de al filete. Este caballo lleva por primera vez la doble cuerda

Cuando veamos que podemos seguir adelante, procederemos a colocar las cuerdas a las anillas del filete de esta forma:

1- Engancharemos la cuerda exterior —si decidimos por ejemplo trabajar a mano derecha, esta entonces será la izquierda- a la anilla del filete. Por el momento no utilizaremos las distintas posiciones posibles de las poleas, así que seguidamente engancharemos las dos poleas por medio de sus mosquetones en una de las argollas del cinchuelo, de modo tal que la cuerda corra por las poleas, pero a la altura de la argolla del cinchuelo que elegimos. Así, partiendo de la boca del caballo quedará la cuerda en este orden: anilla del filete, argolla del cinchuelo -donde van las poleas- y a nuestra mano izquierda. ¿Qué argolla del cinchuelo? Para empezar, recomendamos que sea la más baja. Las razones las exponemos en uno de los recuadros. La cuerda exterior que acabamos de enganchar pasa por ahora sobre el lomo del caballo, por detrás del cinchuelo y así la sujetamos. Esta cuerda es la que posteriormente pasará por detrás de la grupa y la que en principio le molestará al caballo al moverse hasta que se acostumbre. En todo momento debemos hablarle al caballo y palmearlo para que no pierda confianza.



2- Ponernos ahora la cuerda interior -derecha- en el mismo orden que la exterior, enganchándola al filete y por los mosquetones de la polea, a la argolla del cinchuelo. Nuevamente la cuerda queda en este orden: viene de la anilla del filete, va a la argolla del cinchuelo y de allí a nuestra mano. A diferencia de la cuerda exterior que pasa por encima del lomo del caballo hacia nosotros, la rienda interior, viene a nuestra mano derecha formando una línea perpendicular con el caballo. En este punto hay que señalar que algunos expertos profesionales, la primera vez que van a utilizar este método con un caballo que es muy fogoso o que, siendo potro puede excitarse demasiado, optan por colocar la cuerda interna de esta forma: la pasan por la anilla del filete primero, de adelante hacia atrás y de allí la enganchan a la argolla del cinchuelo, de modo que queda en este orden: mosquetón de la cuerda a la argolla del cinchuelo, de ahí a la anilla del filete y de esta a nuestra mano interna, fijando las poleas en alguna de las argollas del cinchuelo para que no estorben. El objeto obviamente es el de establecer un recorrido de palanca mucho más fuerte que domina con mayor facilidad al caballo y llegado el caso lo puede flexionar hacia adentro todo lo necesario para que pare o se calme. De todos modos, cuando el caballo ha perdido el miedo y ha aprendido a trabajar con la doble cuerda, muchas veces en cuestión de unos minutos, estos profesionales colocan ya la cuerda interna en la posición y orden que describimos al principio de este apartado.

El caballo huye de las primeras sensaciones que le produce el roce de Ia cuerda externa. Debe acostumbrarse poco a poco y con calma

3- Revisamos nuestra posición respecto al caballo: nos ponemos a la altura de la cincha -recordemos que vamos a trabajar a la mano derecha- por lo que cogemos la cuerda interior con la mano derecha y la exterior con Ia izquierda. Esta cuerda todavía pasa por encima del lomo. En las primeras lecciones, es posible que nos cueste acostumbrarnos a controlar los sobrantes de las cuerdas en cada mano, pero pronto nos resultará familiar y las cogeremos con la misma naturalidad que las riendas montados. Cuando decimos esto, es que llevaremos una cuerda en cada mano y que debemos mantener —aunque al principio nos cueste- el mismo contacto ligero que buscamos cuando vamos montados, de modo tal que para ello cada cuerda, viniendo de Ia boca del caballo, pasará por entre los dedos meñique y anular, entrando en Ia palma de la mano, Ia que al cerrarse aprieta el sobrante que queda inmovilizado con el pulgar contra el índice. Los codos deberán ir pegados al cuerpo y en 45°, y nuestras acciones serán las de apretar Ia rienda o suavizarla y adelantar la mano o atrasarla, según lo necesitemos. Hasta que tanto nuestro caballo, como nosotros, nos familiaricemos con este método, será posiblemente dificultoso el aplicar estos principios, pero, conforme los hagamos prácticos lo haremos con mayor facilidad. Por otra parte, estos principios no son otros que los fundamentales para lograr y mantener un buen contacto. Finalmente, hay que recordar que si Ia cuerda interna es usada como de apertura —literalmente abriéndola en dirección de la marcha del caballo- aumentaremos Ia incurvación hacia adentro del círculo, por lo que es muy importante tener en cuenta que Ia cuerda de oposición —la externa- debe actuar de manera proporcional con la de apertura, lo que se logra fijándola para que no exageremos la incurvación hacia adentro y que el caballo no desplace su grupa hacia fuera. Volviendo al trabajo, si contamos con un ayudante, este se colocará en la posición habitual del ayudante en la cuerda, es decir un poco más a nuestra izquierda en este caso y atento a que el caballo vaya hacia delante, que nunca recule. Si trabajamos solos —que como dijimos, no lo aconsejamos el primer y el segundo día entonces, cogemos en Ia mano derecha, junto con la cuerda interna, el látigo y con suma suavidad nos disponemos a utilizarlo cruzándolo por delante nuestro, de modo tal que quede levemente oblicuo y hacia delante, en dirección a la grupa del caballo.

Doble cuerda característica. De algodón plano al principio y cordón al final. Se aprecian las poleas

Uso de las argollas

La altura de las argollas del cinchuelo está en relación con Ia acción de Ia doble cuerda. Las argollas más bajas hacen que el caballo coloque su cuello engallado, propio de Ia doma más avanzada. Al principio conviene la colocación de las cuerdas por las argollas bajas porque así el caballo estira su cuello y mejora su acción de los posteriores, además estará más controlado. Utilizaremos las argollas más altas conforme elevemos el nivel de adiestramiento. En esto, Ia altura de las argollas deberá coincidir con Ia de nuestras manos según estemos montados en potros o caballos domados. Debemos cuidar que en la posición baja, nuestra mano en Ia doble cuerda no sea dura y encapote al caballo malogrando el fin buscado.

Las riendas fijas

Podremos trabajar con doble cuerda y colocar riendas fijas. Ello dependerá de la decisión y el criterio el jinete. Teniendo en cuenta que Ia doble cuerda es una ayuda muy importante para solucionar problemas de caballos que hunden el lomo y por consiguiente se «abren», las riendas fijas pueden ser un complemento muy útil siempre y cuando seamos muy cuidadosos con nuestra mano y que el caballo no se nos encapote. Si el caballo ya está acostumbrado a las riendas fijas tanto mejor. En tal caso lo ideal es colocárselas como siempre las lleva o si acaso un par de puntos más largas hasta que veamos cuál es el efecto combinado de la doble cuerda y las riendas fijas. En todo caso, deberá ser nuestro objetivo quitárselas después de unos minutos de trabajo y continuar con la doble cuerda solamente.

Texto y Fotos: Revista Galope


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