La pista dinámica (II)

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Jan Greve, recientemente jubilado después de casi 40 años como veterinario del equipo holandés, habla de los jinetes de Doma en una entrevista con la revista Horse: “No se atreven a dar libertad al caballo. En muchos casos, la Doma está dominada por el miedo del jinete a su caballo […] La mayoría carecen de empatía. Hacen la misma cosa cada día; como resultado los sentidos se atrofian. Da más variedad en el programa de entrenamiento, asegúrate de que no sea aburrido, que el caballo disfrute de las cosas que le pides. La mayoría de los jinetes no se dan cuenta de que el caballo escucha más a aquel que menos interfiere con su cuerpo”.


Una característica de esta Doma Natural es el uso de las situaciones en las que el caballo, por su naturaleza y libre elección, aprende por sí mismo lo que le queremos enseñar. Así, en la pista dinámica, juntamos una serie de retos en los que el caballo, al solucionarlos de la manera más fácil y eficiente por sí mismo, desarrolla su fuerza, coordinación y control de su equilibrio de forma que se prepara para hacer los movimientos de la doma formal -sea clásica, vaquera, western o lo que sea – con facilidad y gracia, porque ya los tiene practicados y asimilados.

El hecho de que le dejamos encontrar las soluciones por sí mismo, confiado en su habilidad de buscarse la vida, es lo que hace disfrutar al caballo y le da gran satisfacción, lo que fue muy aparente durante nuestro primer curso con la pista dinámica en Hacienda Dos Olivos. Pero encontramos un par de problemas que impidieron nuestra posibilidad de avanzar directamente a nuestros objetivos.

Una subida repentina con buen estilo

Uno fue que se presentaron varios caballos, que simplemente no anduvieron bien ni al paso: tenían el hábito de andar invertidos o caerse en las manos. En mi último artículo se veía cómo la simple repetición de pasar ciertos obstáculos al paso les convenció de que había una manera más cómoda y eficiente de avanzar, bajando la cabeza y estirando el dorso para avanzar mejor los pies. Así es como esta convicción, llegada por su experimentación y no por la obligación del jinete o las riendas “auxiliares”, les quedó como conclusión propia y acertada, para guion en el futuro.

El caballo es un animal que aprende muy rápido cuando ve su propio beneficio. Si hay algo que me impresiona más que nada en mis investigaciones de los caballos “salvajes”, es como estos, todos descendentes de caballos domésticos, han aprendido a buscarse la vida en climas hostiles, entre plantas, terrenos y depredadores desconocidos, por su astucia e inteligencia. Nuestra vida juntos es mucho más fácil y entretenida cuando nos aprovechamos de sus grandes capacidades en vez de ignorarlas.

Dejando al caballo libre para que él mismo encuentre su mejor posición frente a los obstáculos

El segundo problema no previsto, fue la incapacidad de los jinetes de adecuar su monta al recorrido. Por supuesto, el caballo sabe cómo sortear estos obstáculos solo: es el ajuste al peso del jinete lo que le cuesta y le exige fortalecerse. El jinete puede ayudar, siendo una “mochila inteligente”, como dice José Manuel Sales “El Cura”, o fastidiarle.

Volvemos a las bases de la agilidad del caballo montado. La pierde por el peso del jinete, por lo que carga más el tren anterior entorpeciéndole, pues la doma (de cualquier disciplina) se dedica a recuperar su equilibrio. Los cuartos traseros son los responsables de generar la fuerza que le impulsa, mientras los grandes músculos del dorso, actuando primero a un lado y luego al otro, levantan el peso del tren anterior, y también el peso del jinete. Entonces, cuanto más fuertes, mejor. Se fortalece mejor un músculo cuando se le pide el esfuerzo estirado. Se estira el dorso primeramente por la calma emocional, lo que permite que los músculos se suelten, y por la contracción de los abdominales, que redondea el dorso hacia arriba. Es este alargamiento de la línea superior lo que permite al caballo meter los pies delante, por debajo de su cuerpo, y carga más peso en ellos, transfiriendo su equilibrio hacia atrás.

Levantarse de la montura al pasar incluso una barra, anima al caballo a estirarse y a usar bien los abdominales

Es en las cuestas hacia arriba donde se trabajan todas estas fuerzas. El caballo tiene que empujarse más; tiene que adelantar bien hacia adelante sus pies, por lo cual redondea su dorso usándolo para levantar el tren anterior de forma natural. Es decir, la subida es el ejercicio más indicado para fortalecer al caballo para su trabajo en el futuro. Pero si el jinete permanece sentado con todo su peso en el dorso del caballo, el pobre no puede subirlo redondeándolo y no puede avanzar bien los pies. Es imprescindible que se levante de la montura sujetando su peso en los estribos, así libera el dorso del caballo. Es por eso que el jockey o el saltador, que quieren el máximo avance de los pies de sus caballos, montan en suspensión. Pero esto costó a nuestros jinetes, que se inclinaron naturalmente hacia delante en la subida pero sin despegarse de la montura. Hay que levantar y echar hacia delante la pelvis, dejando el peso caer en los talones con los tobillos sueltos y elásticos. Así la rodilla se atrasa pegándose de forma natural a la montura sin que el jinete se agarre con fuerza.

Con una potra en bajada, frenamos con el cuerpo y el asiento ligero, no con la rienda

Dado que el caballo no tiene experiencia con estos problemas, es propenso a parar, reconsiderar y lanzarse hacia arriba repentinamente, siendo mejor que el jinete se agarre a la crin bien delante, para evitar caerse hacia atrás. Esto no representa una confesión de principiante, es simplemente para que el ejercicio le salga bien al caballo. Cuando encuentra la sabiduría y la fuerza para hacerlo bien, el caballo subirá a paso calmado. Lo bonito es verles aprender cómo gestionan el problema y con ilusión.

Esta subida de la montura es imprescindible en cualquier momento cuando exigimos el esfuerzo especial que fortalecerá a nuestro atleta: al levantar mucho las manos o los pies pasando los troncos, por ejemplo, o en las bajadas.

En la bajada, el caballo tiene que avanzar mucho los pies para frenarse echando su peso en ellos, si no, se precipita hacia abajo desequilibrado. Es decir, es una preparación excelente para la reunión. El jinete tiene que ayudarle (y sobre todo a los potros, que no tienen mucho control de su equilibrio) y controlar su velocidad para echar su peso atrás. Sin embargo, si simplemente se inclina hacia atrás, su peso se cae en las lumbares del caballo, bloqueándolos e impidiendo que pueda avanzar los pies. La solución para el jinete es la de avanzar sus propios pies hasta que sienta que están por debajo de su cuerpo y pisar en ellos, de nuevo con el tobillo suelto dejando el peso caer en el talón. En esta posición, parado de pie, puede levantarse un poco de la montura, liberando el dorso del caballo para que avance bien los pies.

La yegua tiene la necesidad de estirarse para avanzar bien el pie

En una bajada fuerte, el caballo no puede ver dónde está pisando sin bajar la cabeza casi al suelo, entonces el jinete no ve nada por delante excepto aire y precipicio. Su inseguridad suele impedirle soltar las riendas lo suficiente para dejar al caballo mirar; frenado con la rienda, el caballo mantiene la cabeza arriba, bloqueando el dorso de forma que imposibilita el avance de los pies. Es la razón por la que la mayoría de los caballos rechazan entrar a un río: no puede ver.

En el cambio de dirección en la bajada, la yegua, de forma natural, soporta más peso atrás para liberar su mano

Hay que tener confianza en el caballo, que no quiere suicidarse. Tenemos que tener el asiento fluido que nos permita acompañarle y no impedirle. Otra gran ventaja de estos ejercicios gimnásticos es que el jinete poco a poco aprende a sentir mejor el equilibrio del caballo y cómo usar su propio equilibrio para acompañarle sin dependencia de la rienda. A muchos que están intentando aprender equitación en pista, sus profesores han insistido tanto en la impresión dada por su posición, que acaban rígidos e insensibles, lo que no se nota tanto en la pista plana. La pista dinámica exige cambios fuertes de posición y equilibrio por los cuales el jinete tiene que ir más fluido, preparándole para los cambios sutiles e invisibles que permiten que el caballo ejecute los movimientos más avanzados de la doma.

Texto y Fotos: Lucy Rees

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