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¿Por qué se le hace repetir al jinete el paso atrás con salida al paso?

La arremetida se debe realizar sin parada intermedia

Del paso atrás y la salida al paso ya hemos hablado largo y tendido y no repetiremos lo que ya está dicho. Las directrices para los jueces son prácticamente las mismas: “Mínimo 6 pasos atrás y 6 pasos hacia delante. Equilibrio, rectitud, parada, transiciones”. La arremetida es un arreón inmediatamente después del paso atrás.

PASO ATRÁS, SALIDA AL PASO Y EN ARREMETIDA AL GALOPE

El paso atrás y la salida al paso

El anexo V del Reglamento de Doma Vaquera, le dedica a este ejercicio unas cuantas líneas dentro del epígrafe “Parar a raya”, en el que incluye también –cosa rara– la parada final de despedida, como si hubiera obligación de hacerlo con un arreón, sin ser en realidad preceptivo.

“El paso atrás con salida al paso (y arremetida) se hará a ambas manos como indica el Reglamento, valorándose positivamente la impulsión y la fuerza con la que el caballo parte hacia delante buscando el galope sin solución de continuidad”.

Si el paso atrás con salida al paso ya se juzgó, ¿por qué se le hace repetir al jinete? Es para ver cómo vuelve a hacerlo el caballo en circunstancias diferentes. Antes lo hizo al final de los ejercicios al paso, después de ejercicios que no excitan al caballo y donde éste puede hacerlo tranquilo y en calma. Ahora se le va a juzgar después de unos cuantos ejercicios al galope muy violentos a través de los cuales el caballo se calienta, y se trata de comprobar si el caballo, sometido –sometido viene de sumisión–, puede hacerlo de manera relajada, sin excitación.

El Reglamento es claro pidiendo el paso atrás con salida al paso a ambas manos –si alguien lo duda no tiene más que leer el Anexo V- pero inexplicablemente los jinetes lo hacen sólo una vez y los jueces no castigan esta falta. La costumbre es salir al paso una sola vez, pero por favor, que el Reglamento se adapte a la costumbre o que ésta se adapte al Reglamento.

Paso atrás Juan Llamas

 

Arremetida a ambas manos

La arremetida, que es una palabra bonita y difícil de traducir a otros idiomas, es realmente un arreón inmediatamente después del paso atrás, sin solución de continuidad, es decir, sin parada intermedia y sin que exista un momento de inmovilidad.

El Reglamento, manteniendo la idea de dejar libertad al jinete par a que haga sus ejercicios cuando y donde quiera, no regula el orden de los movimientos a realizar. Puede hacerlos en la secuencia que desee, aunque, como forman parte del mismo ejercicio, ha de ejecutarlos consecutivamente.

Cualquier movimiento en cualquier tipo de doma antes y ahora, ha de hacerse a las dos manos. En la Vaquera no siempre fue así. En la nueva era de la Doma Vaquera los trabajos al galope fueron una dificultad añadida, porque tiempos atrás nuestros caballos galopaban sólo a la mano derecha.

Todas las cosas tienen su por qué, y en este caso también hay una razón ¿Cuál puede ser? Como le gustaba decir a Joaquín Olivera “hay que buscar la raíz del ejercicio”. En el Acoso y Derribo a las reses bravas se les entraba –y se les entra- por detrás y algo a la izquierda. Si el becerro de turno se iba hacia la izquierda, el amparador hacía más vivo el galope de su caballo para que variara su dirección. La collera galopaba siempre a la mano derecha, y si en alguna rara ocasión había que girar a la izquierda se galopaba en trocado.

Juan Llamas paso atrás

 

Mi hijo Juan, “Bigotes” y su segunda madre

A mi hijo Juan, cuando tenía unos diez años, le encantaba venirse conmigo a las cacerías de liebres. Tenía un caballo que era para él como una madre. Un día se murió de viejo y me encontré con la necesidad de comprarle otro. Sólo el que ha pasado por esta experiencia sabe lo difícil que es dar con un caballo de ocho o diez años que no “se asombre” de nada, porque nadie quiere desprenderse de un caballo así.

Buscaba y no encontraba esa segunda madre que quería para mi hijo, que se fueran los dos al campo y que me lo trajera sano y salvo a la cuadra. Un día me enteré que ese caballo soñado estaba en manos de “Bigotes”, el tratante más célebre de Madrid que tenía su “oficina” en el bar “Marisalvi”, en la calle Pinos Alta del barrio de Tetuán. Este bar era famoso porque allí sentaba sus reales Paco Ardura, un antiguo suboficial de Caballería que proporcionaba cuantos jinetes y caballos hicieran falta a los productores de películas. “El Cid”, “Lawrence de Arabia”, docenas de “westerns” y series de televisión como “Curro Jiménez” se hicieron con jinetes que lo mismo se disfrazaban de árabes como de bandoleros, romanos o caballeros medievales.

Allí quedé con “Bigotes” al mediodía, dispuesto a un trato largo porque “de toda la vida de Dios”, como decimos en Andalucía para referirnos a una vieja costumbre, un trato de toma y daca no se estilaba y hasta dejaba mal sabor de boca. Recuerdo, por ejemplo, ciertamente exagerado, un conocido trato de una potra que Salvador Cortés pudo comprar al fin a D. Benito Zoido, que duró doce años. Bebimos, siempre vino blanco, sin parar, sin comer y sin cenar hasta las dos y media de la noche, y le tuve que llevar a su casa agarrándose a las farolas. Me tomó respeto porque yo era “el primer militar que lo había tumbao”, y al día siguiente me vendió muy barato a “Coquinero”. Era un marismeño “cunero” procedente de una ganadería de reses bravas. Con un carácter excelente, sólo tenía un defecto. No había manera de hacerlo galopar a la mano izquierda.

 

Texto y fotos: La Doma Vaquera Actual de Juan Llamas editado por Grupo Lettera, S.L.

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