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Como escoger el caballo de silla

La morfología del español

Aunque el caballo español no es de talla grande, hemos de procurar que no sea pequeño, y, por encima de todo, que sus medidas y formas sean armónicas. La fuerza del caballo no se encuentra en su alzada, sino en la exacta correspondencia de sus formas, en su armonía de conjunto, en la justa relación de sus medidas. A un cuello corto no puede seguir un dorso longilíneo ni una grupa amelonada.

El caballo español se ha distinguido siempre por su belleza. Por tanto, en nuestro primer contacto con el potro, hemos de apreciar su belleza y partir de una buena impresión. Su cara ha de ser descarnada, seca, de perfil recto, con ojos grandes, aunque no salientes, y ollares desafiantes. Las orejas en justa proporción al tamaño de su cara, ni las pequeñas y arqueadas que son arabizadas, ni las grandes y alargadas más propio de mulas que de caballo. Mandíbula fina y redondeada que será el soporte y base de un buen engarce con el cuello, que ha de ser arqueado y sin masa muscular por su base y sí por su cresta, y en el que veamos la elasticidad suficiente para poder estirarlo hacia delante. El cuello juega un importante papel en el adiestramiento de un caballo, ya que tiene que servir de balanza según donde queramos poner el centro de gravedad. Hemos de huir de cuellos gordos, cortos y carnosos que, por lo general, tienden siempre a irse hacia arriba y nunca hacia delante, originando un trote elevado que no avanza. El caballo es un animal locomotriz que tiende a caminar hacia delante, con más o menos elevaciones pero siempre hacia delante, y, o yéndose hacia arriba o lateralmente. Este cuello ha de tener un buen arranque o salida desde la espalda, que ha de ser amplia, grande y musculosa, y que nace en una cruz que si bien no ha de ser tan destacada como en los caballos de raza deportiva, sí sea lo suficiente como para que encaje la silla. Sin cruz no hay espaldas que se proyecten hacia delante, y por consiguiente, nos podemos encontrar con un trote de los llamados de martilleo y un galope de jaquita de feria.

El Potro

Si bien es verdad que cuando estamos escogiendo un potro de dos a tres años su cruz es difícil de ver, sí podemos desechar todo aquel caballo que en el sitio de la cruz está redondeado, porque este caballo nunca tendrá cruz, sino todo lo contrario. Como en el toro bravo, tendrá un “hoyo de las agujas”.

Una vez examinado que los pechos sean amplios y redondeados, sin puntas de paletillas o espaldas, tendremos ya una visión completa del tercio delantero del caballo, y podemos pasar a contemplar la línea del dorso, que partiendo de la cruz llega sinuosamente a la grupa mediante los riñones. Este dorso, debe corresponderse con el cuello anteriormente descrito y se han de acoplar en justa medida. Ni recto o “lomo de gato”, ni curvo o también llamado por los antiguos “lomo dulce”. En el lomo es donde ha de soportar el caballo todo el peso de su jinete y es precisamente en la unión con la grupa, en los riñones donde se encuentra el motor que pone en marcha el funcionamiento del caballo. No aceptemos nunca un lomo redondo o cilíndrico. La línea del dorso ha de ser en toda su longitud, desde la cruz hasta los riñones, el punto más alto del lomo, que descendiendo en progresiva curva da lugar a la caja torácica o costilla, que junto con los pechos nos indicará la anchura del caballo.

El caballo español se caracteriza por su anchura redondeada y por tanto nos será más fácil encajarlo en un cuadrado que un rectángulo, donde entran más fácilmente los caballos de sangre inglesa y árabe.

Masanor, semental calificado PRE.

La grupa ha de ser redondeada y su longitud estar en prefecto acuerdo con la del cuello y el lomo. No debiendo ser admitida ni la grupa plana, sin ligera curva, ni la grupa partida tan propia de caballos de sangre fría. Esa redondez debe caer por detrás en línea curva hasta el corvejón. La grupa vista de perfil nunca podrá ser chata, caso muy frecuente en los caballos españoles.

La grupa y los pechos, al ser anchos y redondos, dan lugar a las cuatro extremidades que caerán hacia abajo en vertical aplomada, formando por debajo un rectángulo a manera de peana. Si las piernas caen en vertical es la mejor señal de que el caballo es armónico en sus medidas de dorso y grupa, debiendo siempre el jinete huir de piernas que se salen fuera de la masa, ya que luego le será muy difícil ejecutar cualquier reunión. Las extremidades han de ser derechas, fuertes, enjutas y limpias.

Esta visión del caballo parado hemos de constatarla después con el caballo en movimiento, y esto ya es más difícil, puesto que el caballo español en sus primeros años tiene lo que podríamos llamar los movimientos muy desorganizados. En parte, porque por lo general han hecho muy poco ejercicio en libertad, ya que prácticamente se les encuadra al destete y, en todo caso, se les suelta un rato en un corral grande. En parte también, porque los ganaderos presentan mal sus caballos por terrenos empedrados y en un ansia de mostrar grandes elevaciones, levantan su cara y cuello de tal manera que taponan la proyección hacia delante de sus espaldas, mostrándonos un trote en el que eleva las manos a considerable altura para dejarlas caer rápidamente.

Presentación

El potro, que por lo general se suele presentar con cabezón y serreta, no debe tener miedo a la mano del hombre, sino todo lo contrario, confianza hasta tal punto que se eche en la nariz. Es entonces cuando se establece un contacto firme, un punto de apoyo que el caballo encuentra sobre la mano de su presentador, y así, de esta manera, estira su cuello hacia delante, pero conservando su cara en la vertical, proyecta sus espaldas y hace que sus manos, una vez dobladas por las rodillas, se lancen hacia delante formando un arco descendente.

Si las espaldas no avanzan, no pensemos en que puedan entrar los posteriores y es muy frecuente ver a nuestros potros que en los primeros meses de su entrenamiento se pisen y alcancen los miembros delanteros. Muchos piensan que es buena señal, y aunque en parte tienen razón, hay que pensar en que se alcanzan porque las espaldas no salen lo suficiente como para dejar un margen a la entrada de los posteriores. Es un caso muy frecuente en nuestros potros españoles, pero que se irá superando conforme el caballo aprenda a ir hacia delante. En el paso es más fácil observar cuando el pie cae encima, por delante o no llega a alcanzar la huella que dejó la mano.

Potro PRE de Yeguada Maipe.

En el trote, hay que mirar por debajo del centro del caballo, más o menos, por donde caerá la pierna del jinete, y observar como en perfecta diagonalización se cruzan los miembros rítmicamente. Las piernas plegadas por el corvejón empujan hacia dentro y por derecho. Las espaldas y manos reciben el empuje y se lanzan hacia delante con más o menos elevaciones, porque eso ya entra dentro de la habilidad natural de cada caballo.

Texto y Fotos: Luís Ramos-Paúl in memoriam

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