El “terra a terra” es ideal para preparar un caballo en el inicio de las medias y las vueltas al galope
Hay que tener en cuenta no solo la calidad del galope –en la que intervienen muchos factores como la cadencia, la impulsión y la elasticidad de sus extremidades– sino también su incurvación en los giros –que, en Doma Vaquera, repito, es ligera–, su rectitud en el galope por derecho, la colocación de cuello y cabeza, la corrección de las transiciones y paradas, y el grado de reunión conseguido, acortando sus bases de sustentación.
GALOPE CORTO, DE TRABAJO Y LARGO
Cosas a tener en cuenta
Este capítulo corresponde a una nota de conjunto que hemos de poner los jueces después de ver expresarse al caballo en todos los ejercicios al galope.
Son muchas cosas, cosas que los jinetes profesionales saben, pero creo que al lector aficionado le pueden interesar.
El galope normal de tres tiempos
El galope de tres tiempos es el normal de un caballo con impulsión suficiente. Galopando a la mano derecha, el primer tiempo lo marca la batida del pie izquierdo. El segundo tiempo –se ve y se oye– es un solo golpe contra el suelo de las dos batidas simultáneas de la diagonal izquierda. Recuerdo que las diagonales se identifican por la mano, así que, en este caso, la diagonal izquierda es mano izquierda y pie derecho.
El tercer tiempo es la batida de la mano derecha. Así debe galopar un caballo, tanto en el galope corto como en el de trabajo y en el largo.
Los tres aires –paso, trote y galope– tienen cuatro batidas porque las cuatro extremidades tienen que apoyarse inexorablemente en el suelo.
Los tiempos son otra cosa. El paso tiene cuatro tiempos porque cada una de las cuatro batidas sucede a otra. El galope tiene tres tiempos porque en el segundo coinciden mano y pie de una diagonal, y el trote tiene sólo dos tiempos porque las diagonales contactan a la vez.
Experimentos realizados recientemente con cámaras de alta velocidad han demostrado que la sincronización que ve el ojo humano en el segundo tiempo del galope –mano derecha y pie izquierdo o viceversa– no es exacta, y lo que vemos como un galope de tres tiempos es realmente de cuatro, aunque con una diferencia tan mínima en el contacto con el suelo de las dos extremidades que forman la diagonal en el segundo tiempo, que es imperceptible para nuestros sentidos. Por eso, en la práctica, todas las equitaciones del mundo siguen hablando del galope de tres tiempos.
La rectitud
Un caballo que galopa en línea recta debe ir derecho y no torcido como un plátano. Pero realmente el caballo carece de una rectitud absoluta, y lo manifiesta a cualquier aire –más en los cortos– a causa de asimetrías en su constitución que existen desde su nacimiento o quizá desde su gestación.
Casi todos los caballos están incurvados a la izquierda. Por eso trabajan mejor a la cuerda a mano izquierda y peor a la derecha, a causa de una rigidez general hacia este lado. En el galope, por ejemplo, esta rigidez congénita es mayor en el corto, disminuyendo progresivamente a medida que es más largo, hasta llegar al galope de carreras donde el caballo trabaja en recto y los pies baten exactamente en la misma línea que las manos.
Conseguir que un caballo se enderece es un objetivo importante para cualquier tipo de equitación, pero en Doma Vaquera y en Doma Clásica es fundamental a la hora de hacer los cambios de pie, sobre todo si son a un solo tranco.
¿Cómo hacerlo? Se necesita tiempo, y a lo largo de toda la doma y de toda la vida del caballo se insistirá corrigiéndole, trabajándolo sobre el círculo o la vuelta.
Observemos. En el círculo o en la vuelta, el caballo al galope tiende a “derrapar” sacando su grupa, aminorando así su inflexión forzada y molesta. Estando el caballo casi siempre incurvado a la izquierda, parecería lógico trabajarlo más a la mano derecha, pero hay que hacer todo lo contrario. Se le endereza trabajándolo en círculo a mano izquierda, donde el caballo saca su grupa y se pone más derecho.
Cuando el caballo trabaja al galope en línea recta y toma una posición oblicua, la mayoría de los jinetes combaten este defecto colocando la grupa detrás de las espaldas. Hay que hacerlo al revés, colocando las espaldas delante de la grupa por medio de la rienda de oposición, que debe actuar inmediatamente antes del segundo tiempo del galope.
Galopes incorrectos
Son aquéllos en que la sucesión de las batidas no es la de un galope normal. Voy a hablar del galope falso –o en falso–, el galope desunido y el galope en cuatro tiempos.
Galope falso
El galope en falso se produce, por ejemplo, cuando el caballo galopa a mano izquierda en un círculo a la derecha. En el galope en falso las extremidades hacen sus batidas igual que el galope en trocado, aunque hay dos diferencias.
La primera es la incurvación del caballo. En el círculo a la derecha, el caballo está incurvado a la derecha, pero galopa en falso porque sus remos se mueven como si galopara a mano izquierda. En cambio, en un galope trocado en un círculo a la derecha, el caballo no sólo galopa a mano izquierda, sino que además su incurvación es contraria, como si galopara en un círculo a la izquierda.
La otra diferencia es que el caballo galopa en falso contra la voluntad de su jinete o con su desconocimiento, mientras que si galopa en trocado es porque su jinete así lo quiere.
Muchos jinetes no sienten el caballo y no saben lo que éste hace con sus extremidades. Son “sordos de culo” y quizá por eso van siempre mirando hacia abajo, como buscando una joya perdida en la arena de la pista. Hay medios para saber qué hace el caballo con sus remos.
Galopando en falso a la mano derecha, por ejemplo, la pierna derecha está más “sacudida” que la izquierda, que se mantiene más firme. Y si hay ojos, basta con fijarse en las espaldas del caballo para saber a qué mano galopa.
Galope desunido
El galope desunido es un galope en el que las manos cambian su secuencia. Así, en el galope a mano derecha el primer tiempo es el pie izquierdo, pero el segundo tiempo no es mano izquierda y pie derecho –lo que sería correcto- sino mano derecha y pie derecho, siendo el tercer tiempo la mano izquierda.
No es normal que el galope desunido se mantenga durante muchos trancos, pues el caballo “se arregla” por sí solo. El galope desunido suele observarse en los giros que suceden a un arreón, casi siempre a causa de que el jinete afloja sus ayudas de piernas. Este defecto, poco frecuente, tiene el mismo origen y el mismo remedio que el galope en falso.
Galope de cuatro tiempos
En un galope a mano derecha, sabemos que en el segundo tiempo deben batir a la vez mano izquierda y pie derecho. En el galope a cuatro tiempos, el segundo tiempo se descompone en dos, pisando antes el pie que la mano.
El galope a cuatro tiempos es un galope muy corto, puede estar dentro de la corrección. Oigamos a Nuno Oliveira:
“Hay quienes dicen que el galope debe ser siempre en tres tiempos. En el galope sobre plaza y en las vueltas que se hacen a un ritmo muy lento, el galope es a cuatro tiempos. La disociación de la diagonal se produce con la batida del pie interior antes que la mano exterior. Este galope a cuatro tiempos no tiene nada que ver con el galope de un caballo viejo, que coloca el pie interior después de la mano exterior”.
Pero a nosotros nos interesa el galope a cuatro tiempos que a veces vemos en los concursos de Doma Vaquera en un galope de trabajo. No hay otra causa que una indeseable falta de impulsión, porque las piernas del jinete no actúan y hasta porque lo hacen a destiempo. Este tipo de galope se castiga con una mala nota.
Galope “tierra a tierra”
El galope “tierra a tierra” indica claramente lo que hace el caballo: galopa, pero no gana terreno. Hace falta, para conseguirlo, un caballo con un alto grado de reunión. Se obtiene progresivamente acortando el galope, lo que obliga al caballo a desarrollar un máximo de impulsión para conservar la elasticidad de sus posteriores.
Desde el galope reunido, el jinete resiste con sus dedos –tensión, no tracción- para obtener uno o dos trancos de galope sobre plaza, y continúa con galope reunido para que el mecanismo del galope se mantenga.
Progresivamente, sin prisas que puedan alterar la calma del caballo, se irá aumentando el número de trancos.
Este galope, propio de la equitación barroca que hizo furor en los picaderos franceses y españoles del XVIII, no está contemplado en ninguna hoja de ejercicios de Doma Vaquera, aunque su práctica es ideal para preparar un caballo en el inicio de las medias vueltas y las vueltas enteras al galope, facilitando al caballo el equilibrio necesario.
Galope corto
El galope corto es un galope reunido y lleno de impulsión –más necesaria cuanto más corto sea el galope– en el que el caballo gana poco terreno.
En el galope corto, el caballo es como un escaparate donde relucen con destellos de gloria los esfuerzos y el buen hacer de su jinete hasta conseguir ese grado envidiable de reunión: el cuello arriba, arqueado, con una flexión de nuca que coloca la cabeza casi en la vertical, la boca dócil sin pensar en la mano del jinete, con las espaldas muy móviles, el tercio anterior alejándose del suelo, el centro de gravedad retrasado y la grupa abajo, dueño absoluto de su equilibrio.
Y es una delicia ver su lenta cadencia, verlo alejarse del suelo a cada tranco, esparciendo a los cuatro vientos el perfume de una majestuosidad de la que se siente orgulloso.
Pero no todos los galopes cortos son así. Vemos caballos terreros, con las manos tropezando con una colilla y los pies barriendo el suelo. Otros picotean a causa de la mano dura del jinete, y los hay que dan hachazos porque además les duele una columna vertebral que no recibió el entrenamiento adecuado.
Algo se puede hacer par a conseguir un buen galope corto, siempre y cuando el caballo tenga el grado de reunión necesario. Consiste en pedirle desde el paso corto, hacer unos pocos trancos y volver al paso corto, aumentando paulatinamente el número de trancos al galope.
Cuando el caballo los haga correctamente, el galope corto debe confirmarse saliendo desde la parada.
Galope de trabajo
Poco hay que decir del galope de trabajo. El caballo está en la mano, moviéndose con buen ritmo, decidido, con ese ritmo que es más vivo y más alegre que el de la Doma Clásica. El cuello no está tan alto como en el galope corto, y el centro de gravedad se sitúa más adelante.
En cuanto a la velocidad media de un galope de trabajo en el campo, puede hablarse de unos 350 ó 400 metros por minuto, lo que significa algo más de dos minutos por kilómetro.
Galope largo
En el galope largo la cabeza y el cuello se extienden, y el centro de gravedad se extiende cuanto puede para conseguir una gran amplitud en los trancos, sin acelerar el ritmo de sus batidas, que debería ser casi el mismo que el del galope de trabajo, y sin que el caballo “pierda la cabeza”, como ocurre con los caballos de carreras.
Hay aficionados que se contagian de esta aceleración y se emocionan con un galope “a lo loco”, que en cualquier clase de doma no es admisible. El caballo tiene que estar en la mano, controlado, dominado a pesar de su velocidad, y el jinete debe poder reducirla a su voluntad en cualquier momento.
El galope será tanto más largo cuanto el caballo pueda remeter sus posteriores más adelante bajo su masa. A la vez, en la fase de suspensión, dará a su cuello y cabeza la mayor longitud posible. La extensión extrema llega al punto de que el pico del caballo se coloca en la misma línea que la lumbre de la mano extendida.
¿Y qué hace el jinete durante un galope largo? Lo primero que tiene que hacer es no molestar y acompañar a los movimientos del caballo, fundidos los dos en una sola voluntad. Su mano debe mantener un contacto fijo, lo que no quiere decir una mano fija sino una mano móvil que siga los acortamientos y alargamientos del cuello del caballo. Su cuerpo, adelantado, también debe ir acorde al movimiento del caballo para que sus desplazamientos de peso lo ayuden y no lo perturben. Las espuelas también ayudan, aunque tienen su momento. El ideal es un instante antes de que el posterior izquierdo –en un galope a la derecha– vaya a contactar con el suelo, y así el tercio posterior pueda ejercer su mecanismo de arco o ballesta, lanzando a toda la masa hacia delante.
Forjar y alcanzarse
“Forjar” y “alcanzarse” son los dos modos en que un caballo, al aire del galope, contacta un posterior con el anterior del mismo lado. Se dice “forjar” cuando la lumbre de la herradura de un pie golpea uno de los callos de la herradura de la mano del mismo lateral. Para los no entendidos, la lumbre de una herradura es la parte más adelantada, y los callos –interno y externo– los extremos donde se apoyan los talones del casco.
El “forjar” no afecta al casco, pues sólo contactan dos herraduras, y el caballo no sufre lesión alguna. La palabra “forjar” debió nacer por asociación de ideas con la forja del herrador, pues si ocurre en la oscuridad se ven las chispas que produce el choque de las dos herraduras.
El otro modo es “alcanzarse”. La herradura del pie golpea la mano, pudiendo lesionar talones, cuartilla y hasta el menudillo. “Forjar” y “alcanzarse” son más frecuentes en potros y caballos iniciados que en animales confirmados en su doma. Se calcula que el tercio anterior soporta alrededor del 60% del peso del potro o del caballo sin domar. A través de la doma, con la colocación de cabeza y cuello y el remetimiento de sus posteriores, el caballo retrasa su centro de gravedad. Se invierten los porcentajes, con lo que el tercio anterior pasa a soportar aproximadamente el 40% del peso total y el tercio posterior aguanta el 60%.
En potros y caballos jóvenes, ese peso excesivo sobre sus anteriores le impide elevarlos a tiempo. Cuando el caballo termina su doma, el tercio anterior se ha aligerado de peso, y las manos dejan el suelo antes de que los pies puedan alcanzarlas.
Gracias al grado de reunión que exige la Doma Vaquera no vemos alcances en el galope corto ni en el galope de trabajo, pero pueden darse en el galope largo, donde el centro de gravedad se adelanta, sobrecargando el tercio anterior. Si alguna vez ocurre, se trata de algo accidental sin importancia para la calidad del galope ni para la calificación que demos los jueces.
Hay también otra causa, desconocida en el mundo de la equitación, para que los caballos se alcancen, que me enseñó el doctor Mario Matamoros, de Honduras, un profesional como la copa de un pino.
“Levantemos una mano de un caballo y observemos la palma del casco. Cuanto más adelantada esté la punta de la ranilla, es decir, cuanto más cerca esté de la lumbre, más probabilidades tendrá el caballo de “tocar las castañuelas”.